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Pepe Cantillo | Méritos y virtudes

El concepto “virtud”, en referencia principalmente a la persona, ensalza la integridad manifestada como “disposición de la persona para obrar de acuerdo con determinados proyectos ideales como el bien, la verdad, la justicia, la libertad…”. Con ello quiere expresar que dichos términos no son de usar y tirar sino que marcan la vida de aquella persona que siempre esté dispuesta a obrar en pro de la verdad, la justicia, la libertad, la paz...


La virtud se opone a los malos hábitos adquiridos por el sujeto y al vicio, el cual se manifiesta como “la inclinación de una persona a realizar actos contrarios a la moral establecida” y, de paso, afecta al conjunto de buenas costumbres arraigadas en la comunidad.

La persona virtuosa muestra una habilidad o facilidad para superar dificultades y evitar consecuencias negativas. En el lenguaje cotidiano, "virtud" se utiliza para hacer referencia a las cualidades de la persona. No estamos hablando de personas mojigatas que “muestran exagerados escrúpulos morales o religiosos”. En primer término, "mojigato" puede referirse a "timorato", "pacato", “alguien que tiene o manifiesta excesivos escrúpulos”.

Una curiosidad interesante. La palabra "mojigato" proviene de “mojo”, que es utilizada en algunas regiones para llamar al gato; dicha palabra está tan arraigada que es usada como sinónimo para nombrar al felino. Con el tiempo dio lugar a "mojigato", aplicada a las personas que muestran exagerados escrúpulos morales o religiosos.

Tanto el gato como los humanos suelen mostrar dos caras. Por un lado, se manifiestan como tímidos, modosos y/o temerosos, mientras que, por otro lado, son taimados, astutos y traicioneros, capaces de atacar cuando menos te lo esperas. Vamos, unos bellacos redomados que se pueden mostrar como “malos y picaros, astutos y sagaces” para lograr sus propósitos.

Con el tiempo, se dejaría de llamar "mojo" a los gatos. Sin embargo, el término ya había permeado (“dicho de una idea o de una doctrina: penetrar en algo o en alguien, y más específicamente en un grupo social”) lo suficiente en la sociedad, de ahí que se acuñase la palabra "mojigato" para definir a este tipo de personas cuya forma de ser y actuar se asemeja a la dualidad gatuna.

En el lenguaje cotidiano, "virtud" se utiliza para hacer referencia a las cualidades de cualquier persona, por ejemplo, quien domina de modo extraordinario la técnica de un instrumento. Para dejar más claro el asunto, tengamos en cuenta que al hablar de "virtuosismo" se hace referencia a “perfección en cualquier arte o técnica”. En un sentido aun más amplio, de la persona virtuosa se dice que posee “habilidad o facilidad para superar dificultades y evitar consecuencias negativas”.

En sentido religioso, las siete virtudes cristianas son referidas a valores que se deben tener en cuenta en nuestra relación con los demás. En estas líneas me centro en aquellas que debe practicar cualquier ciudadano del mundo. Por tanto, no me referiré a virtudes cristianas o de cualquier otra religión, sino a aquellas que cualquier agnóstico debe practicar dentro de la comunidad de la Humanidad.

La Fe es entendida como el “conjunto de creencias de una religión”. Dicha virtud se abre en un abanico más amplio y hace referencia al “conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas”. También se refiere a la “confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo, por ejemplo tener fe en el médico”. También la entendemos como “creencia que se da a algo por la autoridad de quien lo dice o por la fama pública”. Por ejemplo, el escribano es la “persona que por oficio público está autorizada para dar fe de las escrituras y demás actos que pasen ante él”.

Como ejemplo más común en estos momentos cargados de incertidumbre, miedo al contagio, soledad, territorio al que nos ha llevado el virus, el pasaporte vírico, en el caso de las vacunas, acredita como “documento que certifica la verdad de estar vacunado”. Al mostrar el certificado en papel o en el móvil, dicho documento da fe de que es cierta dicha vacunación.

La Esperanza se nos muestra como un “estado de ánimo que surge cuando presenta como alcanzable lo que se desea”. En el caso del matiz religioso hace referencia a confiar en que el bien saldrá victorioso sobre el mal. A nivel popular solemos decir que "la esperanza es lo último que se pierde", porque "mientras hay esperanza, hay vida". Si la esperanza hace agua, es decir, se pierde totalmente, la vida carece de sentido.

La Caridad es otra virtud que solemos usar con mejor o peor intencionalidad la cual, en mayor o menor grado, posee dos caras bien delimitadas. Generosidad frente a egoísmo, tacañería… La caridad bien entendida hace referencia a una “actitud solidaria con el sufrimiento ajeno”. Dicha solidaridad suele provocar el don de la generosidad. La persona generosa “obra con magnanimidad y nobleza de ánimo”. La caridad también se entiende como “limosna que se da o auxilio que se presta a los necesitados”.

Indudablemente es más completa la primera definición. Digamos que es mucho más valiosa por la generosidad que manifiesta la persona al sentirse movida a compartir y ayudar a los demás, frente a la limosna entendida como “cosa, específicamente dinero, que se da a otro por caridad”. En el primer caso, el sujeto se entrega a sí mismo en un gesto de preocupación por el prójimo, y en estar siempre dispuesto a brindarle apoyo.

La Justicia la entendemos como “principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente”. Uno de los pilares de la justicia es la equidad entendida como “disposición de ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece”. Depende de los valores de una sociedad y de las creencias individuales de cada persona. Como valor inclina a obrar y juzgar teniendo por guía la verdad y dando a cada cual lo que le pertenece.

Se la representa por la figura de una mujer con una balanza en una mano y en la otra una espada y aparece con los ojos vendados para decirnos que “la justicia es ciega” lo que significa que a la hora de impartir justicia no distingue entre personas y se aplica de forma equitativa y con el mismo rasero. No hay privilegios. Ese es el ideal pero, por desgracia, no suele cumplirse en muchos casos. Para que la Justicia pueda existir, se debe observar una imparcialidad total, donde se dé a cada quien lo que corresponde.

La Fortaleza se refiere a la capacidad que demuestra el individuo para afrontar situaciones adversas. Significa “fuerza y vigor” actuar en determinadas situaciones. Supone firmeza ante las dificultades y constancia en la búsqueda del bien y de la justicia.

La Prudencia es sinónimo de sensatez, templanza, cautela o moderación. Conlleva la capacidad de desenvolverse de modo justo y adecuado. Como virtud está relacionada con valores como el respeto hacia los demás. Ser prudente significa ser cauteloso, precavido en el obrar tanto de palabra como de obra. Implica respeto al prójimo tanto a sus sentimientos como a su vida. Bien es verdad que obrar de forma cautelosa puede ser propio de una persona que actúa con “astucia, maña y sutileza para engañar”.

La Templanza nos lleva a actuar con “moderación, sobriedad y continencia”. Es una virtud moral que a partir de la razón nos debe llevar a la moderación de los apetitos y de la atracción que ejercen los placeres, siempre a partir de la razón.

Finalizo estas líneas con un breve comentario respecto al tema de los méritos en el terreno político y de gobierno. Las dos definiciones que ofrezco provienen del diccionario de la RAE. Desde mi punto de vista, ambas tienen algo de verdad y mucho de falsedad. Meritocracia:  “Sistema de gobierno en que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales”. Meritocracia: “Sistema de gobierno en el que el poder lo ejercen las personas que están más capacitadas según sus méritos”.

La realidad es otra bien distinta. Hago referencia a dos posibles enfoques extraídos de “Maldita.es”. ¿Mitos y o verdades? “La meritocracia es siempre justa”. A la vista está que no es cierta dicha afirmación. Verdades: “El sistema meritocrático es un avance con relación a modelos más desiguales”. “Para aplicar la meritocracia de forma justa, debe crearse un proceso claro y medible”.

PEPE CANTILLO