¿Piensan ustedes que, en la actualidad, gracias a la saturación generada por internet, por la televisión y por los medios publicitarios de todo tipo estamos más y mejor informados que hace unos años? ¿Creen de verdad que el periodismo está creciendo y mejorando?
En mi opinión, el culto a la banalidad, las máscaras con las que se disfrazan las mentiras oficiales y las medias verdades promocionadas por algunos grupos mediáticos están pulverizando y arrinconando la información y la crítica de los hechos relevantes.
Estoy convencido de que hoy se está generando una crisis de la verdad en la información y una enfermedad contagiosa en la crítica agresiva. Son unos alarmantes cambios que deberíamos combatir explicando los principios de la necesaria información sobre nuestro mundo y sobre los hechos que determinan el bienestar y el malestar de nuestras vidas cotidianas en un contexto cada vez más complejo.
Desgraciadamente la información que circula en algunos de los grandes periódicos se está convirtiendo en apéndices instrumentales de algunos partidos políticos, mientras que los comentarios críticos son cada vez más descaradamente partidistas.
Estoy convencido de que los periodistas deben acercarse a los líderes principales y a sus ideas para comprenderlos, pero a condición de que se alejen de ellos para analizarlos y para criticarlos. Además de proporcionar información detallada, nos deben ayudar con sus análisis y reflexiones para que entendamos los datos y para que adoptemos nuestras propias decisiones.
Pienso que el exceso de información puede desinformarnos y distorsionar los hechos. Por eso estoy convencido de que el periodista profesional, además de información, debe explicar los criterios para interpretar y valorar la siempre compleja realidad, y proporcionar elementos de juicio que nos ayuden a entender el mundo en el que vivimos y a adoptar con libertad nuestras propias decisiones.
Los lectores debemos seguir trabajando para lograr una aproximación lo más certera posible a los episodios y para evitar caer en la tentación de arrodillarnos ante cualquier declaración política de cualquier signo por muy categórica que sea pronunciada.
Todos deberíamos seguir adiestrándonos para comprender el mundo en el que vivimos aceptando un hecho elemental: cada periódico, por muy importante que sea, sólo aporta una parte de la verdad. Por eso, una conclusión podría ser que necesitamos contratar las informaciones y los juicios de más de uno de los periódicos y de más de uno de los profesionales.
En mi opinión, el culto a la banalidad, las máscaras con las que se disfrazan las mentiras oficiales y las medias verdades promocionadas por algunos grupos mediáticos están pulverizando y arrinconando la información y la crítica de los hechos relevantes.
Estoy convencido de que hoy se está generando una crisis de la verdad en la información y una enfermedad contagiosa en la crítica agresiva. Son unos alarmantes cambios que deberíamos combatir explicando los principios de la necesaria información sobre nuestro mundo y sobre los hechos que determinan el bienestar y el malestar de nuestras vidas cotidianas en un contexto cada vez más complejo.
Desgraciadamente la información que circula en algunos de los grandes periódicos se está convirtiendo en apéndices instrumentales de algunos partidos políticos, mientras que los comentarios críticos son cada vez más descaradamente partidistas.
Estoy convencido de que los periodistas deben acercarse a los líderes principales y a sus ideas para comprenderlos, pero a condición de que se alejen de ellos para analizarlos y para criticarlos. Además de proporcionar información detallada, nos deben ayudar con sus análisis y reflexiones para que entendamos los datos y para que adoptemos nuestras propias decisiones.
Pienso que el exceso de información puede desinformarnos y distorsionar los hechos. Por eso estoy convencido de que el periodista profesional, además de información, debe explicar los criterios para interpretar y valorar la siempre compleja realidad, y proporcionar elementos de juicio que nos ayuden a entender el mundo en el que vivimos y a adoptar con libertad nuestras propias decisiones.
Los lectores debemos seguir trabajando para lograr una aproximación lo más certera posible a los episodios y para evitar caer en la tentación de arrodillarnos ante cualquier declaración política de cualquier signo por muy categórica que sea pronunciada.
Todos deberíamos seguir adiestrándonos para comprender el mundo en el que vivimos aceptando un hecho elemental: cada periódico, por muy importante que sea, sólo aporta una parte de la verdad. Por eso, una conclusión podría ser que necesitamos contratar las informaciones y los juicios de más de uno de los periódicos y de más de uno de los profesionales.
JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO
FOTOGRAFÍA: ARCHIVO
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