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Carlos del Valle | Los enemigos y las crisis

Un análisis profundo de los actuales escenarios de crisis y conflictos, como Gaza, Haití o Ucrania, nos plantea la necesidad de hablar seriamente cómo es que llegamos a estas dolorosas situaciones de indolencia, agresividad y daños hacia otros. ¿Se trata de prácticas coyunturales que responden a conflictos determinados? ¿O se trata más bien de una práctica permanente?


En el primer caso, asistimos a conflictos que varían en su duración e intensidad. En el segundo caso, sin embargo, enfrentamos un modus vivendi que atraviesa nuestras relaciones. Si se trata, entonces, del último caso, estamos en presencia de la enemización como una forma de convivencia arraigada entre nosotros, en cuyo caso requerimos cambios urgentes.

Sin embargo, para avanzar adecuadamente, es importante analizar los intereses que motivan las enemizaciones, es decir, ¿por qué vivimos en una enemistad permanente? Por eso en mi trabajo actualmente no hablo de una construcción del enemigo como si solo fueran estereotipos y estigmatizaciones que realizamos y que solamente existan de esta manera; porque es una verdadera economía política del enemigo, lo que significa que nos enemistamos o hacemos enemigos de acuerdo a ciertos intereses y conveniencias.

La enemización, además, tiene un carácter histórico, sistemático e institucional, de tal manera que tiene un profundo impacto en las relaciones al interior de la sociedad. Los enemigos tienen diferentes rostros, según épocas y lugares. Han sido los bárbaros o salvajes; los herejes o infieles; las mujeres o los jóvenes; los pueblos indígenas y grupos étnicos; los inmigrantes y los sin tierra; o los pobres.

Bodegas Pérez Barquero - Grandes Vinos de Montilla-Moriles desde 1905

¿Qué tienen en común estos enemigos? Representan nuestros temores más básicos, nuestros miedos al otro diferente y, en definitiva, nuestro pánico a ser como ellos. La historia reciente nos ha mostrado experiencias tristes de enemización. Como los casos de Ruanda, Camboya, Rohingya, Darfur, Bosnia, Vietnam, Armenia y un lamentable largo etcétera.

¿Qué tienen en común estos conflictos? Los enemigos han sido construidos porque en el fondo hay intereses económicos y políticos, sean estos tierras, recursos minerales, producción agroforestal, mano de obra o la egocéntrica voluntad de ejercer poder y gobernar.

No obstante, en todos estos casos se trata de múltiples biografías destruidas o fragmentadas, familias escindidas, comunidades despojadas, niños dejados en la más absoluta orfandad. Grandes extensiones de terrenos desertificados luego de la extracción de los productos. ¿Qué podemos hacer? Evitar prácticas enemizadoras irracionales, forjar relaciones sociales sanas, sumarnos a las luchas sociales por los grupos marginalizados y excluidos.

CARLOS DEL VALLE

PÉREZ BARQUERO - BODEGA DE MONTILLA-MORILES


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