Ir al contenido principal

Santiago Martín Gallo | ODS y mayores

La mención a las personas mayores en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es limitada y aleatoria. Sin embargo, hay puertas de entrada al tema que, si las consideramos de forma estratégica, pueden servir para hacer visibles a las personas de más edad en la labor de la localización e implementación de la Agenda 2030 en los territorios.



En las menciones específicas, que son pocos casos, las personas de edad se mencionan de forma explícita en algunas de las metas como, por ejemplo, en el Objetivo 2, relativo a la erradicación del hambre, ya que la meta 2.2 propone poner fin a la malnutrición, teniendo en cuenta entre otros grupos a las personas de edad.

Una de las metas de este objetivo es poner fin a todas las formas de malnutrición, incluso logrando, a más tardar en 2025, las metas convenidas internacionalmente sobre el retraso del crecimiento y la emacipación de los niños menores de 5 años, y abordar las necesidades de nutrición de las adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes y las personas de edad

En el Objetivo 11, que trata de las ciudades y de los asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, encontramos dos metas que incluyen menciones especificas a las personas mayores: cuando trata sobre los sistemas de transporte y en la meta sobre el acceso a las zonas verdes y a espacios públicos. En concreto, establece:

“De aquí a 2030, proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad vial, en particular mediante la ampliación del transporte público, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las personas de edad”.

“De aquí a 2030, proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad”.


La primera observación que cabe hacer es preguntarse por qué solo en estas tres metas las personas mayores fueron mencionadas y no en otras, y da la sensación de que no existe una razón consistente que permita explicar esto.

La segunda observación es que ninguna de las tres metas coincide necesariamente con las reivindicaciones más importantes de las personas de más edad. De hecho, si se hubieran tomado en cuenta esas reivindicaciones, sería lógico esperar, por ejemplo, alguna mención explícita relativa a la salud, a la protección social, a los cuidadores o a la eliminación de la violencia y del abuso.

Las personas mayores podrían identificarse como un grupo que se ha quedado atrás. Por ello, es necesario que cada país, cada comunidad o cada provincia tengan que examinar e identificar en su propia realidad cuáles son aquellos grupos que se han quedado atrás o, dicho en términos tradicionales de derechos humanos, cuáles son aquellos grupos que han sufrido discriminación y marginalización y no disfrutan plenamente de sus derechos.

Tenemos en los antecedentes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible la Resolución 70.01 de Naciones Unidas donde se identifica explícitamente a las personas de edad como uno de los grupos susceptibles de experimentar situaciones de vulnerabilidad.

En el mismo sentido, en un gran número de metas, se menciona explícitamente la necesidad de tomar acciones para atender a la situación de los grupos vulnerables, para garantizar la universalidad del acceso a un bien básico o la cobertura de un servicio o para erradicar una situación considerada inaceptable.

Una de estas metas es fundamental implementarla en España considerando que la misma manifiesta de forma explícita la necesidad de implementar a nivel nacional sistemas y medidas apropiadas de protección social para todos, incluidos niveles mínimos, de aquí a 2030, y lograr una amplia cobertura de las personas pobres y vulnerables.

Cada comunidad, provincia y cada municipio, en el caso de España, debe considerar en qué medida las personas mayores están desproporcionadamente excluidas de los sistemas de protección social y, en su caso, sobrerrepresentadas entre las personas pobres y vulnerables.

En la contextualización de cada Objetivo y de cada meta en el marco de cada comunidad, cuando se hable de grupos vulnerables es necesario considerar la situación de las personas de edad, identificarlas cuando sea preciso como un grupo vulnerable e implementar las acciones correspondientes cuando sea evidente que nos permita concluir que se han quedado atrás, respecto a otros grupos.

Una gran cantidad de Objetivos y metas son directamente relevantes para el bienestar y el pleno goce de los derechos humanos de las personas mayores y sin pretender ser exhaustivos, cabe destacar el Objetivo 1 sobre pobreza, incluida la protección social; el Objetivo 2 sobre poner fin al hambre y a la malnutrición; el Objetivo 3 sobre salud; el Objetivo 4 sobre educación, incluyendo el fin del analfabetismo.

También se puede considerar en este listado el Objetivo 5 sobre igualdad de género; el Objetivo 6 sobre agua y saneamiento; el Objetivo 8 sobre empleo; el Objetivo 10 sobre la igualdad en y entre los países; el Objetivo 11 sobre ciudades y asentamientos humanos; el Objetivo 16 sobre sociedades pacíficas, acceso a la justicia e instituciones eficaces e inclusivas; y, por último, el Objetivo 17 sobre cooperación internacional.

Para finalizar y a título de ejemplo concreto de que las reivindicaciones de las personas mayores no están muy bien cubiertas por la Agenda 2030, cabe citar el caso de los cuidados de largo plazo. Es necesario alinear la Agenda con una guía de instrumentos específicos referidos a las personas mayores. Estos instrumentos nos permitirán identificar los obstáculos que determinan que un grupo se ha quedado atrás y ofrecer una hoja de ruta respecto de las medidas adecuadas para lograr la meta con las personas mayores.

He aquí el gran desafío: hacer visibles a las personas mayores. Y sabemos que en países desarrollados como Japón, y también en los más sostenibles, podemos observar que consideran y tratan a las personas de edad como grandes referentes del conocimiento y, de hecho, sienten un profundo respeto por ellos.

En España, en sus comunidades y en sus ayuntamientos, así como en las entidades subnacionales de Iberoamérica, se debe caminar en esa dirección con la elaboración y ejecución de políticas efectivas de protección social para las personas mayores. El nuevo pacto social, la Agenda 2030, es la oportunidad, ya que nos proporciona una hoja de ruta para dignificar y reconocer de forma efectiva la aplicación de los derechos humanos a este colectivo que ayudó a construir la sociedad que hoy somos.

SANTIAGO MARTÍN GALLO