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Fernando Rueda | El Lobo

En la madrugada del 18 al 19 de septiembre de 1975, la Policía procedió a detener a todos los miembros de ETA que había en Madrid y Barcelona, prestos a cometer atentados, y a desarticular una gran parte de su infraestructura. Unas horas antes, miembros del SECED –antecesor del CESID y del actual CNI- procedieron a llevarse a Mikel Lejarza, “El Lobo” para ellos y “Gorka” dentro de ETA, a un lugar seguro.



La operación se tuvo que llevar con cierta urgencia porque el 16 de septiembre tres destacados etarras en la capital “Ezkerra”, “Montxo” y “Jon”, mantienen un encuentro con Lejarza en las afueras de la ciudad, en un lugar apartado, y le acusan de ser un topo dentro de la organización. El Lobo reacciona como gran actor, se saca las dos pistolas que lleva encima, se las ofrece y les dice que si piensan eso, que le maten, que son peor que los Txakurras (policías). Les deja impresionados y hasta le piden perdón. Ezkerra y Jon estarían entre los detenidos esa noche del 19 de septiembre y Montxo aparece muerto en la bañera de su casa con un tiro en la cabeza.

ETA llevaba unos meses mosqueada por las continuas detenciones, sin saber a qué se debían. De hecho, en un comunicado un mes después de la desaparición de El Lobo, decían que estaban investigando y que ya tenían sospechas. Semanas después vendría el empapelamiento de las calles de las principales localidades vascas con el cartel en el que aparecía la única foto que tenían de Mikel y sus datos físicos para que cualquiera que lo viera alertara a la banda para que lo matara. Desde ese momento, siempre se ha dicho que sus pistoleros llevan preparada una bala para matarle.

Mikel defiende que en ese momento se podría haber acabado definitivamente con ETA, pero que existieron intereses ocultos para que se recuperara de un tremendo golpe que llevó a prisión a más de 200 etarras.

Desde entonces y tras una operación de cirugía estética y de un profundo cambio de apariencia, El Lobo nunca ha dejado de trabajar para el servicio secreto español. Ha desarrollado misiones en África, Latinoamérica, Europa…Y en numerosas localidades de España.

A finales de los 80 estuvo varios años en Cataluña, enviado por el CESID para penetrar en el complicado mundo empresarial catalán –Javier de la Rosa…-, con relación con personajes como Mario Conde, que tenía un montón de poder y quería comprar Antena 3, a lo que se oponía el gobierno de González y especialmente su brazo armado, Narcís Serra, jefe directo del CESID. El Lobo espió a diestro y siniestro amparado en su tapadera como jefe de seguridad del conde Godó, aunque dando prioridad a su trabajo para el CESID.

Inicialmente, el servicio secreto le había mandado a Cataluña para organizar una infiltración que acabara con Terra Lliure antes de que se celebraran los Juegos Olímpicos. El Lobo infiltró a tres personas. Los dos primeros no dieron resultado, pero el tercero facilitó la información para acabar completamente con el grupo terrorista catalán.

Durante los años que estuvo el agente oscuro Lejarza en Cataluña envió al CESID información económica que demostraba los chanchullos de empresarios y políticos, entre ellos los datos de que Jordi Pujol poseía una cuenta en Andorra. Información que ha tardado 20 años en conocerse públicamente.

La Policía le detuvo tras tenerle el teléfono pinchado por espiar a diestro y siniestro. Lo hicieron a pesar de que sabían que trabajaba para el servicio secreto, pues tenían grabadas sus conversaciones con su jefe, alias “Lemos”. El Lobo jamás reconoció su pertenencia al CESID, como hacen los buenos agentes oscuros.

El Lobo sigue viviendo en la clandestinidad para evitar que cualquier loco quiera vengarse y acabar con su vida.

FERNANDO RUEDA

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