Comprender el viaje de Rajoy a Senegal exige mirar para atrás. El trabajo desarrollado por España para conseguir el apoyo de las autoridades locales a la lucha contra la inmigración fue una tarea complicada que se consiguió gracias a la diplomacia de las alcantarillas pilotada con éxito por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
Al principio del mandato del presidente José Luis Rodríguez Zapatero nos encontramos con unas riadas incontrolables de inmigrantes subsaharianos que llegaban España transportados por peligrosas mafias. Había que poner coto como fuera. Para ello actuó el Ministerio de Asuntos Exteriores, que necesitó del apoyo imprescindible del servicio secreto con su director a la cabeza, Alberto Saiz.
Había que convencer a las autoridades senegalesas de que colaboraran, algo que requería darles algo a cambio. El Gobierno español les prometió ayudas e incluso ayudar en la vigilancia marítima. El presidente Rajoy lo ha podido comprobar en su reciente visita, en la que ha conocido el trabajo de una patrullera de la Guardia Civil y del patrullero "Vencedora" de la Armada. Los efectivos humanos y materiales españoles están haciendo el trabajo contra las mafias que los propios senegalés no tienen capacidad para realizar.
Todo esto no se habría podido llevar a cabo sin los fondos reservados del CNI. Su diplomacia secreta, acompañada de maletines, permitió limar los problemas para que aceptaran la colaboración española. Y fue Alberto Saiz el que los llevó personalmente. El resultado ha quedado claro: los grandes problemas normalmente se resuelven en las alcantarillas del poder, aunque sea en Senegal.
Al principio del mandato del presidente José Luis Rodríguez Zapatero nos encontramos con unas riadas incontrolables de inmigrantes subsaharianos que llegaban España transportados por peligrosas mafias. Había que poner coto como fuera. Para ello actuó el Ministerio de Asuntos Exteriores, que necesitó del apoyo imprescindible del servicio secreto con su director a la cabeza, Alberto Saiz.
Había que convencer a las autoridades senegalesas de que colaboraran, algo que requería darles algo a cambio. El Gobierno español les prometió ayudas e incluso ayudar en la vigilancia marítima. El presidente Rajoy lo ha podido comprobar en su reciente visita, en la que ha conocido el trabajo de una patrullera de la Guardia Civil y del patrullero "Vencedora" de la Armada. Los efectivos humanos y materiales españoles están haciendo el trabajo contra las mafias que los propios senegalés no tienen capacidad para realizar.
Todo esto no se habría podido llevar a cabo sin los fondos reservados del CNI. Su diplomacia secreta, acompañada de maletines, permitió limar los problemas para que aceptaran la colaboración española. Y fue Alberto Saiz el que los llevó personalmente. El resultado ha quedado claro: los grandes problemas normalmente se resuelven en las alcantarillas del poder, aunque sea en Senegal.
FERNANDO RUEDA