Watch Dogs, esa obra de Ubisoft que tantas apostillas y comentarios ha levantado en los últimos meses. Algo lógico si nos atenemos al cambio de perspectivas que ha dado desde que se anunciara en el E3 del 2012.
Al principio mostraba unos gráficos impresionantes, que invitaban a soñar con cosas que no se habían alcanzado hasta el momento. Cuando finalmente salió al mercado este año, todo se quedó en humo: la calidad visual de la que presumía no era ni la mitad de la que resultó ser. Así vinieron los desengaños.
Luego se prometió un mundo abierto y dispuesto para su hackeo. Algo que nuevamente tampoco fue tal cual. Las desilusiones y promesas se desvanecieron en el aire como pequeños copos de nieve. Se fundieron tan solo tocar el suelo.
No fueron pocas las críticas que le llovieron tanto al juego como a Ubisoft por los citados motivos, viéndose una vez más el raciocinio y habilidad de la especie humana por actuar de un modo totalmente contrario al que dice o cree pensar.
Decenas de jugadores dijeron que pasarían de este juego, pero las noticias no paran de demostrar las altas ventas que está teniendo. La última información destaca que ha sido la franquicia en Europa que más rápido ha vendido. Santa y bendita contradicción.
A pesar de ello, las pegas y puntos negativos continúan. Ubisoft acaba de confirmar que la versión de Watch Dogs destinada para Wii U no tendrá el contenido descargable Bad Blood, puesto a la venta recientemente. Otro aluvión de improperios que le ha caído a la compañía.
Razonable si se mira detenidamente: la sobremesa de Nintendo recibirá este título más de cinco meses tarde y lo hará sin contenido extra. Si tenéis alguna duda, os lo traducimos nosotros: los que tengan esta consola, pagarán para tener un juego tarde y con menos partes. ¿A que ahora ya os sentís más defraudados? Una señal adicional que delimita el mal estado que tiene la Gran N con las third parties, pero eso es asunto para hablar más detenidamente en otra ocasión.
Desarrolladora y juego han recibido palos y malos comentarios por casi todos los sitios posibles. En lo respectivo a la calidad del juego, en lo tardío de una de sus versiones y en el recorte previo para lanzar un contenido descargable posterior. ¿Queda algo más que pueda ser criticado? Nunca digas "nunca".
Cuando todo estaba ya listo de papeles, salta el vicepresidente creativo de Ubisoft Montreal, Lionel Raynaud, para empezar a hablar sobre varios aspectos de la secuela. En efecto, apenas han acabado la primera parte, no está presente en el aparato de Nintendo y ya están trabajando en una continuación.
Pero no todo se queda aquí. De haber sido así, esto se quedaría en la mera anécdota. Total, estamos en un modelo de mercado en el que se sacan al año 16 refritos y tres productos nuevos. Lo gracioso viene a continuación, tras el salto.
Ha declarado el bueno de Raynaud, que es cierto que esta entrega ha tenido una serie de fallos que están intentando corregir. Algo obvio y para nada reprochable, después de todo habría que ver qué juego no tiene errores.
El quid de la cuestión es que también expuso, abiertamente además, que estaban trabajando para ampliar las fronteras de Watch Dogs 2. Apenas varios meses después de lanzar el original. Interesante. Pero que muy interesante.
No nos andemos con rodeos. Ubisoft ha sabido jugar las cartas muy bien, quizás demasiado. Mostró una toma de contacto demasiado optimista que correría quizás en un ordenador –que alcanza una calidad gráfica superior más fácilmente que en consolas- o una versión recortada de sobremesa, por lo que la mayor resolución no ralentizaba la partida de tan pequeña demostración.
Por otra parte, se centraron en adelantar las ediciones de PS3, PS4, Xbox 360, Xbox One y PC porque claramente sabían que venderían mucho más que con Wii U, máquina con un público mayoritario centrado en Mario Bros., The Legend of Zelda y las sagas características de la compañía.
El tema de Bad Blood es desconocido, en gran parte porque no se ha ofrecido más información que una escasa contestación en la cuenta del juego de Twitter. Hay poca cabida para la imaginación, apuntando este gesto mayormente a la poca importancia y apoyo que se le ha dado desde siempre a la casa del fontanero.
Por último, se encuentra el comentario del vicepresidente sobre Watch Dogs 2. En fin, ¿qué decir? Está claro que esta primera aventura de Aiden Pearce ha sido una toma de contacto, una puesta en funcionamiento de un complicado engranaje más que estudiado y meditado.
Recuerda perfectamente al caso de Assassin´s Creed, de la misma compañía, que llevó a cabo la misma práctica: una primera historia repetitiva que dio paso a una segunda obra mucho más rica en contenido.
Desde antes de finalizar Watch Dogs, ya se han apartado adrede ideas específicas que desarrollar en una continuación. Este primer trabajo no ha sido más que un globo sonda para ver qué cosas añadir y cuáles quitar para hacer de esta franquicia una saga anual. Exactamente lo mismo que con Desmond, los asesinos y los templarios.
Con todas estas críticas, revuelos y jaleos, Ubisoft debería dedicar más tiempo a mirar a otros animales que no sean los perros. ¿Quizás los patos? Son más tranquilos y más bonitos. Y, desde luego, muerden menos. Mucho menos.
Al principio mostraba unos gráficos impresionantes, que invitaban a soñar con cosas que no se habían alcanzado hasta el momento. Cuando finalmente salió al mercado este año, todo se quedó en humo: la calidad visual de la que presumía no era ni la mitad de la que resultó ser. Así vinieron los desengaños.
Luego se prometió un mundo abierto y dispuesto para su hackeo. Algo que nuevamente tampoco fue tal cual. Las desilusiones y promesas se desvanecieron en el aire como pequeños copos de nieve. Se fundieron tan solo tocar el suelo.
No fueron pocas las críticas que le llovieron tanto al juego como a Ubisoft por los citados motivos, viéndose una vez más el raciocinio y habilidad de la especie humana por actuar de un modo totalmente contrario al que dice o cree pensar.
Decenas de jugadores dijeron que pasarían de este juego, pero las noticias no paran de demostrar las altas ventas que está teniendo. La última información destaca que ha sido la franquicia en Europa que más rápido ha vendido. Santa y bendita contradicción.
A pesar de ello, las pegas y puntos negativos continúan. Ubisoft acaba de confirmar que la versión de Watch Dogs destinada para Wii U no tendrá el contenido descargable Bad Blood, puesto a la venta recientemente. Otro aluvión de improperios que le ha caído a la compañía.
Razonable si se mira detenidamente: la sobremesa de Nintendo recibirá este título más de cinco meses tarde y lo hará sin contenido extra. Si tenéis alguna duda, os lo traducimos nosotros: los que tengan esta consola, pagarán para tener un juego tarde y con menos partes. ¿A que ahora ya os sentís más defraudados? Una señal adicional que delimita el mal estado que tiene la Gran N con las third parties, pero eso es asunto para hablar más detenidamente en otra ocasión.
Desarrolladora y juego han recibido palos y malos comentarios por casi todos los sitios posibles. En lo respectivo a la calidad del juego, en lo tardío de una de sus versiones y en el recorte previo para lanzar un contenido descargable posterior. ¿Queda algo más que pueda ser criticado? Nunca digas "nunca".
Cuando todo estaba ya listo de papeles, salta el vicepresidente creativo de Ubisoft Montreal, Lionel Raynaud, para empezar a hablar sobre varios aspectos de la secuela. En efecto, apenas han acabado la primera parte, no está presente en el aparato de Nintendo y ya están trabajando en una continuación.
Pero no todo se queda aquí. De haber sido así, esto se quedaría en la mera anécdota. Total, estamos en un modelo de mercado en el que se sacan al año 16 refritos y tres productos nuevos. Lo gracioso viene a continuación, tras el salto.
Ha declarado el bueno de Raynaud, que es cierto que esta entrega ha tenido una serie de fallos que están intentando corregir. Algo obvio y para nada reprochable, después de todo habría que ver qué juego no tiene errores.
El quid de la cuestión es que también expuso, abiertamente además, que estaban trabajando para ampliar las fronteras de Watch Dogs 2. Apenas varios meses después de lanzar el original. Interesante. Pero que muy interesante.
No nos andemos con rodeos. Ubisoft ha sabido jugar las cartas muy bien, quizás demasiado. Mostró una toma de contacto demasiado optimista que correría quizás en un ordenador –que alcanza una calidad gráfica superior más fácilmente que en consolas- o una versión recortada de sobremesa, por lo que la mayor resolución no ralentizaba la partida de tan pequeña demostración.
Por otra parte, se centraron en adelantar las ediciones de PS3, PS4, Xbox 360, Xbox One y PC porque claramente sabían que venderían mucho más que con Wii U, máquina con un público mayoritario centrado en Mario Bros., The Legend of Zelda y las sagas características de la compañía.
El tema de Bad Blood es desconocido, en gran parte porque no se ha ofrecido más información que una escasa contestación en la cuenta del juego de Twitter. Hay poca cabida para la imaginación, apuntando este gesto mayormente a la poca importancia y apoyo que se le ha dado desde siempre a la casa del fontanero.
Por último, se encuentra el comentario del vicepresidente sobre Watch Dogs 2. En fin, ¿qué decir? Está claro que esta primera aventura de Aiden Pearce ha sido una toma de contacto, una puesta en funcionamiento de un complicado engranaje más que estudiado y meditado.
Recuerda perfectamente al caso de Assassin´s Creed, de la misma compañía, que llevó a cabo la misma práctica: una primera historia repetitiva que dio paso a una segunda obra mucho más rica en contenido.
Desde antes de finalizar Watch Dogs, ya se han apartado adrede ideas específicas que desarrollar en una continuación. Este primer trabajo no ha sido más que un globo sonda para ver qué cosas añadir y cuáles quitar para hacer de esta franquicia una saga anual. Exactamente lo mismo que con Desmond, los asesinos y los templarios.
Con todas estas críticas, revuelos y jaleos, Ubisoft debería dedicar más tiempo a mirar a otros animales que no sean los perros. ¿Quizás los patos? Son más tranquilos y más bonitos. Y, desde luego, muerden menos. Mucho menos.
SALVADOR BELIZÓN / REDACCIÓN