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La asociación Aremehisa solicita colaboración para identificar a dos vecinos de Montilla

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera (Aremehisa) solicita colaboración ciudadana para tratar de identificar, mediante pruebas de ADN, los restos de dos vecinos de Montilla que fueron asesinados el 25 de julio de 1936, apenas una semana después de la sublevación militar que significó el inicio de la Guerra Civil.

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Según explicó a Montilla Digital el presidente de Aremehisa, Rafael Espino, el colectivo memorialista pretende localizar a familiares directos de, al menos, tres varones naturales de Montilla y militantes comunistas, que fueron ejecutados en Aguilar de la Frontera en los primeros días del golpe de Estado perpetrado por el denominado Ejército Nacional.

"Encontrar a familiares directos de estas tres personas permitirá practicar las pruebas genéticas que les devuelvan la identidad y así poder ser entregados a sus familias", indicó el presidente de Aremehisa, quien aseguró que el colectivo sólo conoce la identidad de uno de los varones hallados en Aguilar de la Frontera. Se trata de Antonio Salgado Reina, apodado "El Calero", un joven jornalero montillano que fue asesinado cuando contaba sólo 21 años.

"Los otros dos hombres, también de edades comprendidas entre los 20 y los 25 años, formaron parte del contingente de 120 hombres que, procedente de Montilla, se unió a las fuerzas republicanas de Aguilar de la Frontera para hacerse con la toma de la localidad el 25 de julio de 1936", explicó Rafael Espino, quien aclaró que algunos de estos recién reclutados efectivos "cayeron abatidos por la Guardia Civil en el interior de la población", mientras que otros tantos "fueron hechos prisioneros e inmediatamente pasados por las armas".

Por todo ello, Aremehisa agradece "cualquier información que pueda conducir a la búsqueda y localización de algún familiar directo de estas personas" y, para ello, han habilitado tanto su página web como sus perfiles en redes sociales para que los interesados puedan contactar con el colectivo.

Otras identificaciones

En junio del pasado año, el Cementerio Municipal de Aguilar de la Frontera acogió un acto promovido por Aremehisa en el que se hizo entrega a las familias de los restos mortales de varias personas asesinadas tras el alzamiento militar del 18 de julio de 1936 y que fueron localizados, exhumados e identificados genéticamente a lo largo de los últimos seis años.

"Con la identificación y la entrega de los restos mortales, las familias pudieron poner fin a un tiempo de dolor que parecía no tener fin", explicó el presidente de Aremehisa, quien hizo hincapié en que "con este acto se alcanzó también la conclusión del luto prohibido, pues muchos de ellos pudieron públicamente llorar a sus padres o abuelos sin miedo, sin vergüenza".

En declaraciones a este periódico, Rafael Espino detalló que dos familias montillanas se sometieron entonces a las pruebas de ADN para intentar localizar a sus familiares "desaparecidos" tras la sublevación militar. "Una de ellas vivía en Aguilar en 1936 y la otra sospecha que a su padre lo fusilaron en las inmediaciones de este pueblo en el verano de ese mismo año", indicó.

No obstante, entre las personas localizadas e identificadas por Aremehisa se encuentra otro montillano, Rafael Pedraza Bellido, residente en Montemayor. "Trabajó de electricista, panadero, e incluso de camionero. Militaba en las filas del PSOE y el 26 de julio de 1936 fusilaron a su hermano menor, Ángel, en la localidad sevillana de Paradas, con 26 años de edad", recuerda su nieta, Ana Cristina Pedraza, en una biografía facilitada a este periódico por Aremehisa.

"A los veintiún días de haber fusilado a su hermano Ángel, cuando ya tenía pensado dejar su casa, con su equipaje preparado para marcharse, no tuvo opción: salió a pasear el día 15 de agosto por ser fiesta y ya no regresó nunca más", recuerda Ana Cristina Pedraza.

De esta forma, el 16 de agosto de 1936, Rafael Pedraza Bellido fue fusilado en las inmediaciones de la Fuente de La Higuera junto a sus amigos y compañeros de partido Antonio Jiménez Jiménez, Juan María Moreno Díaz, Rafael Prieto Morales y José María Arroyo Llamas.

Sus cadáveres fueron arrojados a la fosa número 19 del Cementerio Municipal de Aguilar de la Frontera, donde yacían ya otros dieciocho cuerpos. Gracias a la labor de Aremehisa, sus descendientes pudieron recuperar sus restos y darle sepultura el pasado año en el cementerio de Montemayor, junto a los restos de su esposa, Teresa Galán Llamas.

Un proceso complejo

Tras una primera identificación presuntiva, en la que adquiere enorme importancia el conocimiento de los hechos históricos, "para llegar a la identificación positiva se requiere una triple coincidencia: de depósito y saca; que concuerden las pruebas antropológicas como la edad o el sexo y, por último, ha de coincidir la relación de familiaridad mediante las pruebas de ADN", precisó Rafael Espino.

El siguiente paso suele ser la entrega de los restos a la familia. "Se trata de un procedimiento administrativo para que a efectos municipales, con su constancia en los libros de cementerio, esa persona deje de ser desaparecida. Tras la autorización del traslado, la familia se encarga de la recogida y el sepelio, normalmente en la más estricta intimidad", informó Espino.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
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